Opinión

El clásico resucita al Real Madrid

Dicen que después de una gran tormenta de truenos, lluvia y relámpagos, siempre escampa. Y esto es lo que le ha sucedido al Real Madrid, que tras una semana donde se había declarado el estado de alarma, se reivindicó en el sitio más adecuado, en el Campo de su gran rival, el Barcelona.

En un buen clásico jugado con alegría y muy abierto, el Madrid ganó por 1-3 al club azulgrana que fue de más a menos hasta acabar hecho un guiñapo.

Con otra actitud, con gran energía desde el minuto 1, salió el Equipo de Zidane  al Camp Nou, que irradiaba gran  tristeza por la falta de publico. Esta vez, el Real Madrid si fue el Real Madrid. Ha sido ese equipo reconocible que juega como las grandes, con compromiso, esfuerzo y concentración. Así es como debe jugar siempre, y no como lo hizo frente al Cádiz y Shaktar Donetz, el pasado domingo y miércoles, respectivamente, donde no respetaron a sus rivales, saliendo desganados y derrotados de antemano,dejándose el espíritu competitivo en el vestuario.

En casa de su rival histórico de siempre, vimos a un Madrid serio y disciplinado que respondió perfectamente a los cánones que siempre han caracterizado  al equipo blanco. En esta ocasión, y tras lo que estaba cayendo, dieron una lección de personalidad, que debe ser siempre la regla y no la excepción.

Cuando se habla que los clásicos son imprevisibles es por partidos como el que se ha jugado en el Camp Nou. El Madrid, además de ganar a su gran rival y dar un puñetazo en la mesa, recuperó el orgullo en el escenario más complicado. Y lo hizo, con un triunfo muy convincente, funcionando como un equipo conjuntado, solidario y comprometido por la causa. Esta puesta en escena es lo menos que se le puede exigir a un equipo como el Real Madrid.

No se esperaba grandes cosas de este clásico venido a menos, por falta de grandes estrellas, pero la verdad que fue bonito y entretenido. Las hostilidades comenzaron muy pronto, a los ocho minutos en una gran jugada que empezó Benzema, sacando de su sitio a Piqué para abrir  hueco a Valverde, el charrúa marcó un gran gol.. Acto seguido, y ante la caraja defensiva de Asensio que hizo mutis por el foro, Jordi Alba, en la enésima misma jugada, le ganó la espalda a la defensa madridista, dio un pase perfecto para que Ansu Fati, marcase el empate (1-1), estrenándose en un clásico a sus 17 años. El futuro es suyo.

Si vimos a otro Madrid bien distinto al de los últimos partidos, también vimos a otro Barça, aún en obras y con Messi como gran guía que puede llegar a ser un gran equipo pero muy lejos de su etapa imperial. Aquella no volverá.

Fue un clásico un tanto extraño por la ausencia de grandes estrellas de crédito y por esta maldita pandemia que impide la presencia de público, pero resultó apasionante y muy igualado. Un penalti de VAR por claro agarrón de Lenglet a Ramos, que sembrará de polémica toda la semana, cambió el signo del duelo. Una acción en la que en otros tiempos  nadie hubiera reparado, pero que  las nuevas tecnologías castigan en este futbol automatizado. El colegiado del VAR avisó a Martínez Munera y este entendió que debería pitar penalti por ese agarrón estúpido. Sergio Ramos, claro está, no perdonó haciendo el 1-2.  

Sergio Ramos, el capitán, merece capítulo aparte. Es un jugador fundamental, con él el Madrid encuentra a su líder espiritual. Su influencia es capital tanto para los suyos como para el rival. Es insustituible.

El caso es que con provocar ese penalti, Sergio Ramos de alguna forma puso patas arriba el partido. Activó aún más la voluntad de sus compañeros que buscaron con deseo la portería azulgrana, y pinchó el  globo azulgrana que ya no levantó cabeza.

El Barça, encontró en la tecnología el argumento para salirse del partido de mala manera, justificando  una dolorosa derrota ante un mejor Madrid.

Faltaba media hora para el final, pero el Barcelona ya estaba muerto como fresco y animado se encontró el Madrid. Koeman en la recta final del encuentro echó toda la carne ofensiva en el asador, haciendo cambios por doquier. Entraron Griezman, el fantasma del Camp Nou, Dembelé, Trincao y Braithwaite, pero sentó a Ansu  Fati, Pedri y Busquets y no a Coutinho o Messi, quien tras hacer un buen primer tiempo, en el segundo periodo desapareció tanto el argentino como el brasileño.

En los últimos minutos los de Zidane pudieron golear a un Barça con la lengua fuera. Neto fue quien lo impidió, sacando dos goles a Kroos y otro a Sergio Ramos.

Y es que el Barcelona terminó hecho unos zorros. Desorientado y sin estructura alguna como muestra el gol de Modric que cerró el partido, con medio equipo azulgrana de brazos cruzados.

El gol de Modric, fue una delicia para enmarcar. Fue un gol de catedrático: amago, regate y remate con el exterior.  Fue el 1-3 definitivo. Lucas Vázquez, que  entró por el lesionado Nacho, y  al que tanto se critica, hizo un gran partido y fue el impulsor de la jugada que dio origen a ese magnífico gol de croata.

Zidane,  que  desde que llegó no conoce la derrota en el Camp Nou con cuatro empates y dos victorias, se dejó de experimentos y sacó una alineación irreprochable. Con este triunfo  justo y convincente, respira en una de sus semanas más críticas porque estaba a punto de ir al cadalso. Sus jugadores, a esos que siempre defiende ante cualquier dificultad y muchas veces de forma injustificada, le han salvado demostrando que están comprometidos con su técnico. Pero esto no debe ser flor de un día, tiene que ser una constante en un equipo como el Madrid, que  con sus problemas de fondo, sus cuestiones por resolver como esas faltas de concentración y compromiso que a veces exhiben, recuperó la autoestima y el liderato en el lugar más indicado.

La crisis tomó el puente aéreo, pasó de Madrid a Barcelona.

Entrando en la página solicitada Saltar publicidad
Advertisement Advertisement Advertisement Advertisement