Opinión

Descifrando a el alma


 “Puedo contar una historia  de ángeles , pero no sería la verdadera historia” Esta frase del genial tanguísta argentino Astor Piazzolla, me  viene ni que pintada para lo que voy a contar a continuación.

     En estos días  de confinamiento forzoso por esa amenaza real que nos  atemoriza, como es el coronavirus, nos hemos interiorizado  hasta llegar a lo más profundo de nuestro ser, el alma.
   Hemos reflexionado, lo seguimos haciendo a cada instante y lo hacemos con más sentido crítico que nunca, aunque en muchos casos carente de autocrítica al creernos que estamos por encima del bien y del mal. Pero este maldito virus nos ha dado un golpe de realidad, demostrándonos que el ser humano, a pesar de tener todos los avances habidos y por haber, no es infalible.

     Todos, en nuestro interior conversamos  con ese alma que muchas veces nos contradice,  y en muchos casos llegamos a la conclusión que cuando todo esto pase seremos mejores personas por el bien  nuestro, pero sobre por los demás. ¿Será verdad?   Mucho me temo que solo será algo pasajero y volveremos a las andadas cuando está pesadilla pase.

     En esa intimidad que se ha adueñado de nosotros hasta robarnos la relación con los demás, nos preguntamos ¿Cómo es posible que en un mundo tan desarrollado, con tantos  avances en todos los sentidos, un minúsculo y puto virus haya puesto patas arriba a la humanidad, arrasando con todo? La respuesta es difícil y complicada. No hay una respuesta lógica. Tal vez sea por culpa de tanto desarrollismo muy mal entendido.

    En esas reflexiones íntimas con el alma he apelado a la sinceridad subjetiva , y  he llegado a la conclusión que la falta de transparencia de Pekín propagó el Covid19. Si este desastre pudo expandirse se debe en gran parte a que China ocultó la verdad.
    La Organización Mundial de la Salud (OMS), fue partícipe al restarle gravedad y magnitud al problema, negando que estuviéramos ante una pandemia .
     El gobierno español también tiene su gran cuota de responsabilidad por hacer oídos sordos de lo que se avecinaba, a pesar de tener informes de la gran gravedad y mortalidad del virus, que ya estaba golpeando a Italia.
     Se pecó de imprudencia autorizando la manifestación,que fue muy numerosa, del 8 de marzo. Vox, que tanto habla de forma odiosa, hizo un mitin el 9 de marzo y también sabía de los riesgos que eso podía suponer.
   Mientras nosotros íbamos a manifestaciones, a mítines políticos y a los estadios de fútbol, en el mundo había ya miles  de muertes. Increíble , pero cierto.
   Y es que hemos sabido, y de eso pueden dar fe algunos medios de comunicación, que la consigna era dulcificar el coranovirus. ¡Cuadrilla de irresponsables!

   Mi alma, cuando disecciona todo este desastre, se revuelve en su hábitat invisible y trata de buscar un aliado en la esperanza, llegando a la conclusión de que ningún país le puede echar en cara a otro lo que está pasando.Todos son partícipes de este desastre en el que la humanidad ha colaborado al violar demasiados principios éticos y morales.
   La vida no va a ser como la de antes. Necesitaremos más vida en comunidad y menos desarrollismo. Más agricultura y menos agro-industria. Así como mirar por el bien común, apelando a la solidaridad y desechando a ese enemigo del ser humano llamado egoísmo. ¿Habremos  aprendido la lección?

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