Opinión

Muere Muhammad Ali, leyenda del boxeo

Muhammad  Ali, antes llamado Cassius Clay ha muerto a los 74 años de edad. Después de 32 años  de luchar  contra la enfermedad de Parkinson, muere por problemas respiratorios en el hospital  de Phoenix (Arizona).
  Con él se va toda una leyenda del boxeo, se va todo un mito del mundo del deporte. Este día 4 de junio no solo el mundo del boxeo está de luto, lo está todo el deporte en general por todo lo que ha sido Mohammad Ali, algo más que el mejor boxeador del mundo.

  Muhammad  Ali, triple campeón del mundo de los pesos pesados, ha sido todo un referente no solo en el boxeo sino en la forma  de entender la vida. Era tanta su personalidad que incluso su modo de ser eclipsó al otro personaje, al del boxeador.
  El  boxeo que antes de Ali tenía poco predicamento,  con la llegada de él fue un deporte de masas.
  Fue un fenómeno fuera y dentro del cuadrilátero. Rompió los moldes  del prototipo típico  del peso pesado. No era una mole como sus compañeros, era todo lo contrario: un atleta fibroso, fino y musculoso que se desplazaba por el ring como su fuese una abeja. Picaba y retrocedía hasta volver a a la carga.  Así una y otra vez hasta que desquiciaba a sus rivales. No era un pegador,  pero era  constante en las formas y en fondo  de pagar. Más que golpes daba aguijonazos, y como tal flotaba como una mariposa por el cuadrilátero. Era un espectáculo verle  moverse mientras sus rivales trataban de encontrarlo.

  Ha sido y es el mejor boxeador sobre la faz de la tierra. El, con su inmensa personalidad, cambió el boxeo. Lo revolucionó por su concepción y modo de vivirlo. No solo lo revolucionó sino que lo hizo más atractivo  para los aficionados que empezaban a dimitir de este deporte. Su inteligencia, acompañada por su viveza mental le hizo ser un personaje único  que atraía a las masas. Era capaz  de rimar  vocablos con la misma velocidad  con la que golpeaba. Sus diatribas y charlas punzantes en vísperas de sus combates no tienen parangón. Fue un fenómeno de masas.

  Su andadura comenzó venciendo a Sonny Liston, una fuerza de la naturaleza, en 1964. Nadie daba un duro por el entonces llamado Cassius Clay, pero tal fue el impacto de su victoria como nuevo campeón del mundo de los pesos pesados que a partir de ahí comenzó su leyenda.
  El mundo del boxeo vio en él a alguien distinto que revolucionaria al por entonces aburrido deporte de las doce cuerdas.
  Fue a partir de su triunfo contra  Sonny Liston  y atraído  por la personalidad del radical Malcolm X, cuando anunció  su conversión al islamismo y pasó a llamarse Muhammad Ali.
  Acto seguido renunció a vestir el uniforme militar porque consideraba que nada le había hecho Vietnam para ir a combatir allí. Ante esta rebelión  fue condenado y se le desposeyó de su título mundial a la vez que se le retiró la licencia para boxear.

  No regresó al ring hasta 1970. Esta década viene marcada por sus enfrentamientos  con otro fenómeno de la naturaleza llamado Joe Frazier, que por entonces era el campeón de los pesos pesados. La primera pelea fue en 1971. Ganó Frazier y retuvo el título, aprovechándose de la inactividad de Ali. La segunda fue en 1974 y aquí ya Muhammad  Ali fue infinitamente superior y reconquistó el título. La revancha llegó en 1975, en Manila. Fue un cámbate duro y encarnizado donde los dos resultaron muy castigados.. Ali,  ganó  el combate más duro de los que le tocó vivir. A la postre le pasó factura, al igual que a Frazier.

  Entre medias  de ese gran combate, en 1974 midió sus fuerzas   con George  Foreman, una mole inmensa en cuanto a fuerza, altura y musculatura. Este histórico enfrentamiento se celebró en Kinshasa, capital del Congo, que se volcó en cuerpo y alma con  Ali. De allí surgió el “Ali bomayé”, (Ali mátalo). El combate fue dramático de verdad, y solo la inteligencia de Ali se impuso a la fuerza descomunal de un Foreman que terminó mordiendo la lona. El caso es que retuvo el título, luego lo perdería  ante un desconocido como León Spink aunque poco tiempo después  lo recuperaría  en la revancha. Más tarde llegaron distintos combates donde el campeón a pesar de ganar fue perdiendo fuerza y lo que es peor, la memoria.

  Con 40 años sucumbió ante Larry Holmes que le arrebató de forma definitiva el título de los pesados. Ya entonces, Muhammad Ali, empezó a dar síntomas de que la enfermedad de Parkinson se acercaba. Sus vacilaciones eran constantes y poco a poco se fue apagando. Pasó de ser un monumento de la verborrea, al silencio. La enfermedad del Parkinson le daba el primer aguijonazo. Ya no fue el mismo, pero su espíritu indomable seguía vivo.

    Se nos ha ido un 4 de junio del 2016, pero ahí queda su leyenda. En sus 61 combates consiguió 56 victorias y cinco derrotas, que no le deformaron físicamente pero le dañaron el cerebro.
 Se ha ido el boxeador más grande de la historia. Descanse en Paz, Muhammad Ali.

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