En el Bernabéu, donde el Real Madrid ganó 5-1 al Rayo Vallecano, se demostró que la posesión no sirve de nada si no va acompañada de pegada y contundencia.
Sorprendentemente en el coliseo madridista, el Rayo tuvo más le pelota que el Real Madrid. Un 55% frente al 45%. Pero mientras que el equipo rayista tocaba y tocaba hasta marear la perdiz, el Real Madrid en tres pases estaba en la portería rival y pegaba fuerte. Así fue hasta llegar a ese 5-1 que habla bien a las claras de que el dominio de la pelota no garantiza la victoria. El fútbol son goles y no buenas razones.
Me van a perdonar ustedes, pero eso de la posesión es un engaña-bobos si no va acompañada de pegada. El Rayo tuvo la posesión, pero el gol lo puso el Real Madrid. Y que conste que el equipo de Jémez jugó bien, con valentía y con orgullo pero careció de profundidad y de definición. Si marcó un gol fue por el regalo que les hizo James con un pase atrás a Keylor Navas, quien salió en lugar de Casillas. Al costarricense, por cierto se le vio nervioso, se nota que le falta continuidad.
El Real Madrid con la presencia de Bale que jugó de titular en detrimento de Isco, cambio la forma de jugar. Pasó del toque y pase corto al desplazamiento largo con un juego más rápido y al contra-ataque. Fue un Madrid más parecido al de la temporada pasada que al que hemos visto en los últimos partidos que jugó con más pausa y más en corto. No es mejor ni peor, es distinto. Con uno, al jugar Bale, es más directo y con el otro, se repliega peor y están menos guarnecidos. Dos sistemas diferentes pero misma eficacia. El caso es que el Real Madrid con otra forma de jugar también golea.
Todo depende del rival que se tenga enfrente. Contra el Rayo, que se sabe quiere la pelota siempre para que su contrincante la tenga lo menos posible y así evitar el peligro, el Madrid le contestó con la velocidad, la contra y con su habitual contundencia. No fue el mejor Real Madrid, su juego dejó mucho que desear, pero mientras siga haciendo goles con tanta facilidad toda irá sobre ruedas. Los cinco goles fueron de todo tipo: unos bonitos y elaborados y otros afortunados como el de Sergio Ramos que marcó su gol número 50 en el Madrid. El de Benzema no debió subir al marcador porque fue en claro fuera de juego que el linier se tragó.
Bale que reapareció en la liga, estuvo bien. Se le vio más activo que otras veces, demostrando que la línea recta es el camino más corto hacia el gol. No comprendo como se puede dudar de su titularidad. Es un jugadorazo, y si jugase por la izquierda sería aun mejor. Pero si hemos de destacar a un jugador, ese es al alemán Toni Kroos, que se jugó un partido impresionante coronado con un soberbio gol, que nos recordó al golpeo de un jugador de golf. El alemán al borde del área toco con suavidad el balón con el interior para que trazara una parábola que fue inalcanzable para el guardameta del Rayo. El Bernabéu se quedó con la boca abierta.
A quien no veo en su mejor momento es a Cristiano Ronaldo, al menos en los dos últimos partidos, le noto falto de velocidad y de reprís. Es como si hubiese hecho una tregua. Marcó su gol número 18, pero fue en el único fallo que tuvo el portero del Rayo, C. Álvarez.
No puedo dejar pasar el atrevimiento del Rayo por querer jugarle de tú a tú al Madrid. Hace un fútbol de equipo grande sin serlo. Lo que cabe preguntarse es si le conviene seguir así o debe guardarse más las espaldas cuando se enfrenta a los grandes equipos para no salir trasquilado como salió de Chamartín. Debe plantearse si ese juego de posesión y de equipo grande le va a servir para seguir en primera. Por lo que se ha visto hasta ahora, parece que si.
Y mientras el Real Madrid disfruta su estado de gracia, el Barcelona sufre. Sufrió de lo lindo en Almería. Solo en la fase final se impuso (1-2) al equipo andaluz. Luís Suárez en esta ocasión salió al rescate del Barcelona y de Luís Enrique.
