Opinión

El Real Madrid, otra vez Campeón de Europa

¡Si, señor, el  Real Madrid, otra vez es campeón de Europa! En una gran final llena de emoción, incertidumbre, suspense, sangre, sudor y lágrimas, conquistó el undécimo entorchado que le acredita como el Rey de Europa,  demostrando  que es un especialista en ganar finales. De las 14 que ha jugado ha ganado once, además en esta ocasión por  primera vez ganó la Champions  en la tanda de penaltis.
   El Madrid tuvo la suerte de los campeones, todo lo contrario que el Atlético que no mereció perder, pero como dice el Cholo Simeone,  no valen excusas, el Madrid fue mejor porque ganó.
   El  R. Madrid, es un claro especialista que siempre está ahí en las grandes citas. Lo pueden dar por muerto pero siempre reaparece para volver a estar en la cumbre.  Llega, gana y se marcha engrandeciendo su leyenda. Ocurrió así en París contra el Valencia en el 2000, en Glasgow frente al Bayern Leverkussen (2002), en Lisboa  ante el  Atlético  hace dos años y ahora en Milán, donde hubo momentos que parecía que  definitivamente iba a plegar con varios de sus jugadores con tirones y ahogados físicamente. Parecía que estaban extenuados  al llegar a la prórroga  pero, no sé de dónde sacaron fuerzas, el caso es que pusieron el alma para contener al Atlético de Madrid que en el plano físico  daba la sensación de estar más fresco. Solo dio esa sensación, porque en la prórroga el que jugó con más profundidad fue el Real Madrid. Aunque  lo  cierto y verdad es que los dos llegaron tiesos.

  Y por segunda vez se la ha ganado al Atlético de Madrid en un   final muy cruel para los atléticos por la forma y el fondo. Fue una lucha fraternal entre dos equipos de la misma ciudad que siempre deja heridas profundas al equipo perdedor. En este caso las imágenes de los futbolistas rojiblancos llorando en el césped así como a su afición y, especialmente ver  a lo niños llorando desconsoladamente  a lágrima viva, fueron  instantáneas desgarradoras que te dejan con el alma dolorida.
La maldición del Atlético de Madrid con la copa de Europa continúa. El destino sigue siendo muy injusto para este Atlético de Madrid que fue conmovedor en la lucha que mantuvo con el Madrid  en esta final donde hubo un vencedor pero ningún derrotado. Los dos equipos pusieron orgullo y grandeza y dejaron en lo más alto el pabellón de la ciudad de Madrid y del fútbol español, que una vez más fue el escaparate del mundo.

  Fue una gran final, más que por el fútbol,  por la emoción que desprendió de principio a fin. Los dos equipos cambiaron sus roles. Cuando todos esperábamos una salida fuerte y profunda del Atlético, como venía siendo habitual en sus partidos de Champions, resulta que fue el Madrid quien empezó con más brío y fortaleza. Los de Simeone comenzaron muy atenazados como si todavía no hubiesen olvidado lo ocurrido en Lisboa. Los de Zidane jugaban con una facilidad pasmosa, encontrando espacios y huecos por donde hacer daño a su rival. El Madrid se movía como pez en el agua con toques muy rápidos de balón y buenas transiciones. Zidane estaba profanando la especialidad del Atlético:  su gran capacidad defensiva y la presión asfixiante que no apareció hasta el segundo periodo.
   El juego de los madridistas era mucho más determinante, tal vez auspiciado por los ecos de la calle y de los comentarios  que daban como gran favorito al Atlético de Madrid.  El Madrid no solo salió motivado por esa circunstancia  sino que estaba molesto porque todos los elogios iban dirigidos hacia su rival  que parecía que  solo ellos tenían la patente de la intensidad, la solidaridad y la mística del sufrimiento. También ha molestado al vestuario blanco,  los comentarios que a lo largo de estos días previos se ha venido diciendo de la dificultad  de los rivales del Atlético que contrastaba  con la suerte del Madrid en los sorteos.. No deja de ser cierto, pero llegar a cualquier final no es fácil, sea cual sea el rival.
    El caso es que el Real Madrid salió al terreno de juego en mejor disposición que el Atlético y llevó el peligro a la portería de Oblak. En una acción a balón parado por falta a Bale, apareció el fantasma de Lisboa, Sergio Ramos. Kroos lanzó la falta, la peinó Bale y ahí estaba  Sergio Ramos para desgarrar  de nuevo al Atlético de Madrid. En ese instante la posición del central madridista es de fuera de juego mientras que era agarrado por Savic. La jugada sin ser repetida es muy difícil de ver.  Ni el colegiado ni el el juez de línea vieron las dos acciones. La polémica queda ahí para llenar páginas y espacios deportivos nocturnos. No obstante el resultado de 1-0 reflejaba lo que hasta ahora estaba sucediendo en el Giuseppe Meazza.
  Fueron 20 minutos muy bien jugados por los de Zidane, pero poco a poco se fueron desinflando  ante las dudas de cómo tenían que seguir jugando al Atlético: aprovechar el momento psicológico de los rojiblancos para sentenciar el partido o recular para jugar a la contra. Optaron por lo último, cediendo el balón y el espacio a los de Simeone que comenzaron a recobrar vida ante el paso atrás de los madridistas. Pero nada pasó ya en el primer tiempo.
 Si pasó, vaya que si pasaron cosas en la reanudación. La tendencia del partido había cambiado ya en el último tramo del primer tiempo. La confirmación llegó al primer minuto de juego, penalti claro de Pepe a Torres. Griezmann, sin apenas mirar a Keylor Navas lo lanzó  al larguero.  Ahí ya comenzaba la maldición atlética con la pena máxima y con su destino.
   El Atlético, no cesó en su empeño de dar la vuelta a los fantasmas del pasado y siguió dominando a un Madrid muy retrasado y encogido. Fue entonces cuando apareció el imperial Casemiro. El y solo él, con la ayuda también de Sergio Ramos,  fue quien resistió las embestidas rojiblancas. El brasileño fue el jugador más destacado no solo del Real Madrid sino del partido . También habría que destacar el   primer tiempo de Gareth Bale, que jugó lesionado la prórroga.
 El empate se venía llegar y llegó, por mediación del balón de oxígeno que para el Atlético significó la entrada de Carrasco en la segunda parte por Augusto. Fue en el minuto 78 cuando el hispano-belga entró como un relámpago para batir a Keylor Navas en una buena jugada que inició Gabi, siguió Juanfran y culminó Carrasco. Era el empate a uno que daba esperanzas al Atlético de Madrid. Unos instantes antes, el Real Madrid pudo sentenciar el encuentro en un mano mano de Benzema, más otro de Bale y Cristiano. A pesar de todo,  el empate del Atlético fue de justicia, muy merecido por ese afán de superación que sostuvo a raíz del gol inicial de Sergio Ramos, su verdugo.

  Con empate a uno finalizó el partido. La final empezaba de nuevo, camino de una prórroga con el Madrid sin Benzema más Bale y Cristiano cojos, y con los cambios ya agotados. El Atlético pareció llegar más entero a esos 30 minutos extras, pero en cambio, el Madrid recuperó aire, teniendo más presencia que su rival. Los dos equipos, malheridos, agotados y con señales de la gran batalla que habían librado, aceptaron la lotería de los  penaltis. Y en esta suerte, a Juanfran se le cayó el cielo encima al lanzar el balón a la madera; mientras que  a Cristiano Ronaldo, ausente toda la noche –no estaba ni al 70%-, alcanzó el éxtasis  al acertar  en su lanzamiento con la tranquilidad  de un veterano, y dar al Real Madrid la Undécima Copa de Europa, la quinta Champions en color.

   Enhorabuena al Real Madrid y también al Atlético por la gran final que nos han brindado. El fútbol es como la vida misma,  cara y cruz. Salió cara para el rey de Europa, el Real Madrid y cruz, para un Atlético que tristemente alarga su maldición, pero nada que reprocharle.
  Unos lloran y otros lo celebran. La vida misma.

 

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