Opinión

Sin gol, no hay gloria

El fútbol no ha sido justo con el Real Madrid, en el partido de vuelta de las semifinales de copa que se ha disputado en el Santiago Bernabéu y que terminó con triunfo del Barcelona por (0-3) 1-4 en el cómputo total de la eliminatoria.

   Un resultado que por juego, ocasiones e intensidad no mereció el Madrid que fue mejor que un Barcelona un tanto mustio.

    No ganó el Real Madrid, porque le falta un goleador nato, un matador del área que no tienen desde que se fue Cristiano Ronaldo. Algo que sí tiene el Barcelona con Luis Suárez, quien intervino en las tres jugadas que finalizaron en gol. Hizo dos tantos, y de alguna forma intervino en el autogol de Varane, que era el 0-2 y que ya ponía la eliminatoria en franquicia para el Barça. El 0-3, fue de penalti claro que le hizo Casemiro al uruguayo, y que se permitió el lujo de marcar a lo Panenka.

  El Madrid puso el juego, el dinamismo, la presión y hasta la pasión, pero el Barcelona puso el gol, lo esencial en el fútbol. Los de Valverde tiraron dos veces a puerta y marcaron tres goles. Al Madrid, le faltó contundencia, y encima enfrente tuvo a Ter Stegen que realizó tres intervenciones que se cantaban como gol.

   Si el Real Madrid hubiese contado con Cristiano Ronaldo o algún otro matador del área,el partido no lo hubiese perdido. Pero como resulta que Florentino Pérez solo está pendiente de la remodelación del Bernabéu que va a costar 570 millones de euros, tiene que escatimar de otro lado. No solo vendió a su máximo goleador y a la estrella del equipo, sino que no fichó a nadie de renombre, debilitando al equipo hasta límites insospechados, como se está comprobando. No había dinero para pagarle algo más a Cristiano o traer a otra estrella, pero sí para una obra faraónica de un estadio que ya de por sí es una maravilla.

    El caso es que el Madrid perdió por su falta de gol, un mal endémico esta temporada donde solo lleva marcadores 45 goles, por 63 de su rival, el Barcelona, que si tuvo la contundencia que le faltó a los madridistas que gozaron de varias ocasiones para haber abierto el marcador, e incluso dejar sentenciada la eliminatoria.

    El partido comenzó con el miedo por bandera en los dos equipos. El cálculo estaba más justificado en el caso de quien tenía algo que conservar, dada la mínima ventaja que suponía para los locales el 1-1 de la ida, pero, en cambio, fue el Madrid el que rompió el tedio porque a Vinicius únicamente le vale ser valiente. Acierte o falle, mira siempre al frente. Acierte o falle, compromete al adversario. Acierte o falle, provoca la expectativa de que algo va a pasar. Y así fue lo que sucedió que las tres ocasiones clarísimas que tuvieron los blancos en el primer periodo llegaron por su banda. En dos marró el brasileño, y en otra pasó a Benzema quien tiró al cuerpo de Ter Stegen, que fue junto a Dembelé, el mejor del bando azulgrana. Si, porque Messi no compareció, no sabemos si es que se guardó para el sábado o porque Casemiro le sujetó bien. El caso es que el Madrid salió con más mordiente, con más rabia que un Barcelona lento hasta decir basta. A los de Solari lo único que les faltaba era el gol.

   En el segundo periodo, siguió la misma pauta que en el primero. El Madrid salió en tromba, pero seguía sin ver puerta con Vinicius revolucionando el juego y llegando una y otra vez, muy bien apoyando por un magnífico Reguilón (se han hecho dueños de la banda izquierda). Así transcurría el partido cuando, uno de los grandes destacados, Dembelé, otro atrevido y magnífico jugador, se le fue a Carvajal centró y en la primera pelota que tocó Luis Suárez, llegaba el 0-1.

  El Madrid, no se vino abajo, fue una constante furia atacante que pudo y debió empatar porque en una gran jugada de Vinicius que dejó atrás a Piqué y a Lenglet, pudo conseguir la igualada, pero en última instancia su remate lo rechazó Jordi Alba. Si finaliza esa jugada, el estadio se hubiese venido abajo. Luego, en otra jugada del brasileño, Ter Stegen sacó una gran mano a un remate de cabeza de Reguilón, que ya se cantaba como gol.

  Poco después llegaría el 0-2, que tuvo su origen en Dembelé y la desgracia de Varane que por impedir el remate de Luis Suárez, lo introdujo en su propia portería. Ahí se acabó la aventura para el Real Madrid, que cayó con los pies en el suelo.

   Todas las ocasiones del Madrid, tuvieron un mismo protagonista, Vinicius, un río permanente de agua por su banda, pero que no termina de encauzar. Estamos ante un jugador increíble que llevó por el camino de la amargura a la defensa azulgrana. Lo único que le falta es la precisión y definir. Algo que irá corrigiendo poco a poco. Conviene recordar que con tan solo 18 años, se ha echado el equipo a la espalda y que está llamado a marcar una época en el Real Madrid.

   El Madrid no mereció perder, pero los goles son amores y no buenas razones. Sin gol, no hay gloria. Este es su gran problema de esta temporada. Eso, y la falta de compromiso de algunos veteranos que ya están escribiendo el epitafio de sus carreras. Que los mejores del partido por parte madridista hayan sido Vinicius y Reguilón, habla bien a las claras que algo falla.

  No obstante, nada se les puede reprochar a la entrega que han puesto contra un Barcelona menor, aunque ganó. Messi, no apareció. Solo Dembelé fue la luz que guió a los azulgranas a disputar su sexta final de copa consecutiva,junto a Ter Stegen con tres sobresalientes intervenciones.. 

     El Barcelona jugará la final del próximo 25 de Mayo en Sevilla, dejando al Madrid fuera de la final de copa, que parecía el título más asequible en una temporada que apunta a ser de transición. 

  Primer gran disgusto para el equipo blanco en lo que va de ejercicio y con la amenaza quedarse fuera de forma definitiva de la liga, si el sábado  en el Bernabéu recibe otra derrota frente a su gran rival, el Barcelona.

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