Opinión

Vibrante clásico ensuciado por el árbitro

En el Camp Nou se vivió un clásico de verdad: vibrante, emocionante y con mucha polémica arbitral.

Nada se jugaban, pero por la intensidad que hubo parecía que se jugaban el título de liga. El encuentro finalizó con empate (2-2) y tanto Barcelona como Real Madrid expusieron su orgullo de campeones. Los dos sacaron sus mejores bazas para demostrar que no era un clásico descafeinado como se había dicho. Quien pudiera pensar que no había nada en juego estaba muy equivocado. Las alineaciones de ambos equipos dejaba bien a las claras que más que los tres puntos se jugaban, el prestigio.

Valverde alineó  al mismo equipo que ganó al Sevilla la Copa del Rey; y Zidane echó mano después de mucho tiempo de la BBC, con la defensa y el centro del campo titular. Nadie se guardó nada y se notó durante los 90 minutos, que los dos equipos jugaron con el cuchillo entre los dientes, y nunca mejor dicho porque fue un clásico muy bronco y muy reñido en todos los aspectos.

Con este empate a dos el Barça continúa invicto en esta liga que se merece por méritos propios. Pero en esta ocasión, quien mereció la victoria fue el Real Madrid que le perdonó la vida en el primer tiempo, y después no sacó fruto de su mayor dominio en el segundo periodo, donde estuvo con superioridad numérica. Y ahí el Barcelona resistió con gran esfuerzo y con gran entrega de Rakitic, Busquets y una buena defensa.

El Camp Nou, empezó el partido con el grito de “campeones” y lo terminó aliviado porque su equipo salvaba una situación dramática ante el empuje del Madrid en los últimos minutos. Antes, al final del primer acto estuvo indignada por la expulsión de Sergi Roberto, que pecó de pardillo al propinarle un manotazo a Marcelo en la misma cara del colegiado canario Hernández Hernández, que lo expulsó. También Bale debió ver la roja al dejar los tacos a Umtiti. Aunque sí nos ponemos en plan exigente, tal vez Messi también tenía que haber visto la roja por una entrada sin ton ni son al tobillo de  Sergio Ramos. Ahí el partido comenzó entonces a ser muy arrabalero y casi de riña callejera. 

Desde luego el colegiado se lució. Ha cometido errores de bulto y su actuación se puede calificar de casera. El 1-2 del Barcelona marcado por Messi, no debió subir al marcador por falta previa de Luis Suárez sobre Varane. El defensa blanco tenía ganada la posición y el uruguayo con su pierna derecha le da una patada que desestabiliza a Varane. El colegiado, en lugar de señalar falta dejó seguir.. Luego después de que Bale empatase a dos con un golazo por toda la escuadra, no vio o no quiso ver una penaltí de libro de Jordi Alba a Marcelo, en el minuto 75.

Fueron dos decisiones determinantes para la  suerte del encuentro y que perjudicaron al Real Madrid que por fútbol y méritos debido ganar este clásico. Los jugadores blancos señalaron al árbitro como responsable de que no se hayan llevado la victoria del campo azulgrana.

No fue el mejor día del Barça, que comenzó muy bien jugando como él sabe: tocando con paciencia y   desplegando velocidad en los últimos metros. Así llegó el 1-0, gol de Luis Suárez  tras jugada de encaje de bolillos que condujo Sergi Roberto y finalizó el uruguayo de gran remate.  De nuevo Marcelo, se había quedado rezagado dejando una autopista por su banda, facilitando el primer tanto del Barça.

Parecía que iba a ser un monólogo de los azulgranas, pero con el Real Madrid ya se sabe, se crece en las dificultades, y creció.  Le quitó el balón a su rival exhibiendo gran superioridad que no se reflejó en el marcador por perdonar Cristiano Ronaldo dos claras ocasiones de gol. Ahí le faltó instinto asesino. No obstante el portugués remató todo. Le hizo un gol a Ter Stegen, que le robó otro y perdonó uno más. Las cosas del fútbol.

El gol del empate a uno de Cristiano reflejó perfectamente la superioridad madridista en esos minutos. Busquets falló  en la salida y Cristiano habilitó de tacón a Kroos para que éste centrara a la cabeza de Benzema. El portugués siguió la jugada con ese afán tan suyo para  terminar rematando y marcando el empate a uno. Piqué llego tarde pisando a Cristiano, que sufrió un esguince de tobillo. Un esguince leve que le dejó fuera en la segunda parte. Le sustituyó Asensio, que fue quien habilitó de un estupendo pase a  Bale para que  marcase el definitivo (2-2). Un golazo que salvó a Bale de ser criticado, porque hasta entonces su partido estaba siendo lamentable.

Está claro que al Real Madrid se le suele dar mejor el Camp Nou que su propio estadio, el Bernabéu. En las últimas temporadas suele cuajar grandes partidos como el que vivimos en esta ocasión. Se le escapó la victoria tal vez por su impaciencia a la hora de rematar. El Barcelona  aguantó con gran sacrificio de casi todos sus jugadores, excepto Coutinho que estuvo frío y distante.

El clásico, independientemente de los grandes errores  del colegiado, tuvo  grandeza. Los dos equipos se emplearon con bravura y aunque por momentos ha sido muy bronco, fue un partidazo con dos equipos utilizando sus armas. Jugó mejor el Real Madrid, si, pero el Barcelona supo sufrir y competir con un jugador menos.

El Madrid quiso ganar sobre todo para acabar con esa condición de invicto del Barça, que supo aguantar hasta la extenuación para conseguir algo que no consigue ningún equipo desde el año 1932, terminar la liga sin perder ningún partido. Está a punto de conseguirlo.

En definitiva fue un gran clásico que emborronó el colegiado Hernández Hernández, con sus grandes errores,  y  Piqué, que como un niño mal criado que es, además de provocar a Nacho antes de salir a disputar el segundo periodo, quiso convocar al staff de su equipo para que le hiciese el pasillo que no le quiso hacer el Real Madrid.   

Y al final, el gran Iniesta jugó su último clásico, recibiendo el reconocimiento de todos los jugadores del Real Madrid. Zidane esperó cinco minutos para dar un abrazo al manchego. Te echaremos mucho  de menos, Andrés.

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