A pesar del triunfo por 0-1 (gol de Bale en el minuto 8), el partido del Real Madrid frente al Huesca fue espantoso.
El fútbol no fue justo con un Huesca que mereció el triunfo por ocasiones, por mejor juego y por el coraje que le puso ante un Madrid horroroso, que nos recordó al que naufrago en Eibar.
El Partido de los blancos fue un calco del que jugaron en la población vasca. Lo que le salvó al Madrid fue el poco acierto de los jugadores del Huesca y las intervenciones de Courtois que salvó los tres puntos.
Lo único bueno del partido para el Madrid fue el resultado, porque lo demás fue para olvidar. No se puede jugar peor al fútbol que como lo hizo el equipo de Solari, que sufrió hasta el final viendo el poco rendimiento de casi la totalidad de sus jugadores.
El juego del Madrid fue penoso, indigno de un todo un campeón de Europa en su visita al colista de la liga. Volvió a carecer de orgullo, actitud y ese algo más que hay que poner… frente a un rival, el Huesca, que es la inocencia personificada, que juega con mucha voluntad pero sin acierto. Jugando así, el Madrid no ganará en otros estadios.
Mientras los madridistas más que jugar se paseaban y se dedicaban a la contemplación, los oscenses le ponían las ganas que le faltaba a sus rivales. El aplauso final que todo el estadio Alcoraz brindó a su equipo, se lo ganaron con creces. Lo único que les faltó fue ese gol que les hubiese dado el empate y alcanzar la gloría ante un patético Real Madrid, que terminó acorralado, mandando balones fuera y pidiendo la hora.
Cuando el colista te pone contra las cuerdas es que las cosas no se hicieron bien. Salvo Courtois, que estuvo sensacional con tres grandes intervenciones; Bale por su gol y un poco de Marcos Llorente todos los demás suspendieron. Ceballos, no se enteró de que iba el partido. Al igual que Modric quien tal vez por culpa del viento, no apareció. Estos dos jugadores eran los que tenían que abrir las vías del juego y nunca lo hicieron tal vez por culpa del empuje de los jugadores del Huesca que no se cansaron de presionar. Por esta circunstancia, el Madrid siempre estuvo fuera de sitio.
De nuevo Isco y Asensio, no fueron de la partida. Salieron en la segunda parte, y nada ofrecieron. Se le ve tristes y taciturnos. No se rebelan ante su situación de suplentes, algo que que no deja de sorprender al tiempo que preocupa.
El partido comenzó como quería el Real Madrid, con un gol en los primeros minutos. En la única jugada decente que hicieron los blancos en todo el partido, llegó el único gol: centro desde la derecha de Odriozola que aprovechó Bale de volea para marcar ese 0-1 en el minuto ocho. Más de uno pensó entonces que ese tempranero gol del galés iba a ser solo el comienzo de una goleada. Nada más lejos de la realidad, este Madrid ramplón, se dedicó a sestear y dejó a un lado la voracidad que le ha hecho grande. Los de Solari, se dedicaron entonces a la vida contemplativa ante lo que parecía un rival cándido.
Pero el Huesca viendo la poca actitud de los blancos, fueron creciendo y creciendo hasta que los terminó arrinconando y teniendo ocasiones clarísimas de empatar e incluso de poder ganar.
En el último instante, Carvajal, lateral de emergencia por las lesiones de Marcelo y Reguilón, sacó de cabeza junto al palo un disparo de Rivera, un gol que ya se cantaba y que se merecía un luchador Huesca.
Ese fue el final de un Madrid que a punto estuvo de volver a hacer un ridículo espantoso. El juego desde luego lo fue. Así no va a ninguna parte.